Memoria Popular

Lealtad al 17

 

“Era el pueblo de Mayo quien sufría, no ya el rigor de un odio forastero, sino la vergonzosa tiranía del olvido, la incuria y el dinero”. LeopoldoMarechal

Para empezar y prescindiendo de cierto “conocimiento intuitivo” y “folclórico” de la historia habría que precisar qué aconteció aquel 17 de Octubre de 1945, tanto respecto a su contexto político coyuntural como a los protagonistas en conflicto.
Ante todo, rotundamente no fue un hecho aislado ni mucho menos “espontáneo”; más bien constituyó una insurrección popular desarrollada a través de una gigantesca voluntad política de transformación de los trabajadores argentinos orquestada con otros sectores de la sociedad. Voluntad política compartida y promovida por un grupo de patriotas organizados entorno a la propuesta de un Proyecto Nacional.
De hecho, ya el año 1944 encontraría a los trabajadores organizados “mirando a los ojos” de sus empleadores, y a su vez a la Sociedad Rural pronunciarse respecto a la sanción del Estatuto del Peón (Decreto 28169 del 18 de octubre de 1944),como una legislación que “habrá desembrar el germen del desorden social, al inculcar en gentes de limitada cultura aspiraciones irrealizables y colocar al jornalero por encima del mismo patrón en comodidades y remuneraciones”. En Diciembre de 1944 la “Unión Industrial” en un bando patronal denunciaba “la indisciplina que engendra en las empresas el uso siempre más generalizado de un lenguaje que presenta a los patrones en posición de prepotencia y a cada arreglo, no como un acto de justicia, sino como una conquista que de ser necesario los trabajadores deberán defender por la fuerza.” El despliegue político lanzado desde la Secretaría de Trabajo y Previsión desde diciembre de 1943, a cargo del por entonces Coronel Juan Perón, fundado en un activo protagonismo de los trabajadores organizados desafió los pilares básicos del orden sistémico establecido.
Como hecho histórico, es decir; como producto de la voluntad humana, en aquel 17 de Octubre no sólo estuvo presente el azar del “curso de los acontecimientos”,también influyó el accionar políticamente organizado. Es decir; eso que llaman militancia y que dentro de la cual descolló por una lado la organización de los trabajadores organizados sindicalmente y por otro el liderazgo del Coronel Juan Domingo Perón en el ejercicio de cargos públicos determinantes.
El 12 de julio de 1945 en el acto convocado a través de la CGT por la Comisión de Unidad Sindical “en defensa de las mejoras obtenidas por los trabajadores a través de la Secretaría de Trabajo”, el Secretario General de la Federación de Empleados de Comercio Angel Borlenghi afirmaba “El movimiento sindical tiene el deber de obtener todas las mejoras que pueda en beneficio de los trabajadores sin tener en cuenta el régimen de gobierno ni los hombres que lo desempeñan. Si los trabajadores debieran esperar para formular sus reclamos a gobiernos intachables, muy poco habrían avanzado en su larga lucha”.
El 9 de Octubre, por la mañana Juan Perón renuncia a la Vicepresidencia de laNación, al Ministerio de Guerra y a la Secretaría de Trabajo y Previsión; en esas mismas horas se lleva a cabo una reunión de dirigentes y militantes sindicales en la localidad de Quilmes en la que se resuelve entrevistarse con Péron al día siguiente. En esa reunión, en la que se analizó el marco de situación y se trazó un plan de acción, se define convocar a una movilización hacia la Secretaría de Trabajo y Previsión para ese mismo día, es decir; el 10 de Octubre de 1945.
Esa tarde, alrededor de 100.000 trabajadores concurren frente a la fachada del edificio de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Era la vanguardia del 17, actuando con contundencia política y organizativa. Perón en su ya famoso discurso en el que recomienda “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”, anuncia que deja firmados sendos decretos en beneficio de la organización y los derechos de los trabajadores y concluye afirmando “Pido orden para que sigamos adelante nuestra marcha triunfal, pero si es necesario, algún día pediré guerra”. El 12 de octubre Perón es detenido y confinado a la Isla Martín García. El 14 de octubre Perón envía una misiva a su colega Mercante, en la que entre otras cosas le decía: “Con todo, estoy contento de no haber hecho matar un solo hombre por mí y de haber evitado toda violencia. Ahora, he perdido toda posibilidad de seguir evitándolo y tengo mis grandes temores que se produzca allí algo grave… Le encargo mucho a Evita, porque la pobrecita tiene sus nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me voy al diablo.” El 15 de Octubre se declara la huelga en todos los ingenios de Tucumán, mientras los trabajadores de la FOTIA exigen la convocatoria al Comité Central Confederal de la CGT; en Berisso los trabajadores del gremio de la carne comienzan a movilizarse por las calles en dirección a la Ciudad de BuenosAires.
El 17 por la mañana temprano las columnas de trabajadores comienzan a arribar a la ciudad generando grandes concentraciones en diversos puntos geográficos como Independencia y Paseo Colón, en Alsina, en el hospital militar; ya entrada la tarde por el puente Pueyrredón los trabajadores superan los 50 mil. A las 15.30horas un grupo de sindicalistas se reúnen con Perón en el hospital militar para continuar coordinando el plan de acción. La movilización se había desatado incontrolada pero conducida y el centro del poder político nacional sería cercado por “aquellos hombres que están solos y esperan, que iniciaban sustareas de reivindicación”.
El despliegue de fuerzas asume tal envergadura que permite a Perón imponer las condiciones para la definición de la disputa, para culminar la jornada cerca de la medianoche en la Plaza de Mayo.
Esa noche del 17, entre un griterío ensordecedor el Presidente Farrel anuncia desde el balcón de la casa rosada que la Corte Suprema no asumirá el Gobierno, que ha renunciado todo el gabinete y que el Coronel Mercante será designado Secretario de Trabajo y Previsión. Y desde ese mismo balcón Perón –en un discurso histórico- anuncia que se pone al servicio integral del auténtico pueblo argentino, definiendo al movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores. No se trató de multitudes lanzadas espontáneamente a las calles ensoberbecidas de un romanticismo insurgente que por casualidad se encontró con un coronel ungido como líder carismático, al estilo de los relatos inocuos ensayados por los voceros de la casta pejotista y lenguaraces aledaños. Por el contrario; había un proyecto de Nación y una voluntad política organizada puesta en marcha, protagonizada por hombres y mujeres dispuestos a llevarlo a cabo en su plenitud. No es la lealtad ciega a un hombre; es la lealtad a un proyecto político que construyó a un hombre como líder.
En aquellos días de Octubre el accionar humano como voluntad política puso en marcha un proceso revolucionario de masas que se tradujera en la implementación de un Proyecto Nacional al amparo del paradigma de la Justicia Social.
Aquel 17 una conciencia colectiva de liberación decidió romper el viejo sistema de dominación oligárquico, para imponer un nuevo orden social, político, económico y cultural, donde millones trabajaron “sin cesar para que reine en el Pueblo elAmor y la Igualdad”.
Mucha agua ha pasado debajo del puente y desde aquel nefasto septiembre del 55 –a excepción de un breve período comprendido entre algunos meses de 1973 y 1974-,las decisiones importantes las ha pasado a tomar una minoría oligárquica estúpida conformada por grandes propietarios rentistas, terratenientes apropiadores de la tierra, el capital financiero, bancos y compañías financieras, los propietarios de acciones y títulos de la deuda pública o bonos privados, el capital financiero internacional, más una amplia variedad de empresarios industriales malandras vividores de las arcas del estado. Esta es la realidad.
Es como haber puesto las agujas del reloj de la historia en sentido inverso. El retroceso es tan brutal como incomprensible y sólo comparable en escala con naciones que han sufrido grandes catástrofes naturales o haber padecido cruentos enfrentamientos bélicos.
Y es falso aducir que las implicancias negativas de este estado de cosas sea consecuencia de la llamada globalización. La extranjerización de nuestra economía; la conformación de estructuras estatales esqueléticas para garantizarlos derechos ciudadanos, pero musculosas y fornidas para resguardar las rentas oligopólicas y los ineficaces derechos a la propiedad; los millones de desocupados, pobres, indigentes, de condenados de nuestra tierra; una infraestructura derruida en cuanto a salud, vivienda, educación, transporte;entre otras tantas calamidades no son fruto de una maldición caída del cielo,sino más bien la supremacía de la voluntad de un conjunto de hombres y mujeres sobre la de otros y otras.
Que el sector financiero no pueda ser fuertemente gravado impositivamente, que el sector agropecuario no pueda ser sometido a una fuerte redistribución de sus activos fijos entre la fuerza de trabajo ociosa hoy existente, que la industria de la construcción tenga como único destino hegemónico las grandes concentraciones urbanas, que el intercambio comercial con el exterior esté en manos de un puñado de monopolios, que nuestros recursos naturales y las riquezas generadas por su explotación permanezcan a merced del saqueo capitalista, que el desarrollo ferroviario continúe obturado por la mafia del lobby automotor, entre otras tantas realidades; no está escrito en ningún manual “de lo posible y de lo imposible”. De ninguna manera constituyen un“estado de cosas” pre-dado sobre lo cual la única opción que queda es emprolijarlo, embellecerlo, ordenarlo, hacerlo más eficaz en términos de legitimidad. Por el contrario nunca ha dejado de ser una construcción histórica, es decir un hecho humano que como tal puede ser modificado.
Hace 71 años lo que eclosionó fue una voluntad popular colectiva emancipatoria, que cuestionó de raíz un estado de cosas, que se propuso y llevó a cabo transformaciones que la hora de la historia exigían. Millones de mujeres y hombres se decidieron a ser artífices de su propio destino y no instrumento dela ambición de nadie. De allí surgió el LIDER y no al revés.
Por esto mismo la LEALTAD jamás es a un hombre o a una mujer (en todo caso eso es alcahuetería); la LEALTAD no es una efeméride para aludir a lejanos episodios una vez por año en lacrimógenos y vacíos recordatorios; más bien es una ética que se pone en práctica todos los días y se define como un compromiso en lavida por la JUSTICIA SOCIAL, la INDEPENDENCIA ECONÓMICA y la SOBERANÍA POLÍTICA.

 

Facebooktwittermail