A 43 AÑOS DEL GOLPE OLIGARQUICO MILITAR, TENEMOS 30.000 RAZONES PARA RECUPERAR LA DIGNIDAD Y LA JUSTICIA SOCIAL
Ayer como hoy, aquéllos que tomaron el poder a sangre y fuego y dejaron un tendal incontable de muertos, presos, torturados y exiliados, además de la enorme afrenta moral y social que significó el genocidio planificado por estos, siguen teniendo razones para impulsar sus políticas de hambre, miseria y represión sobre las espaldas del pueblo argentino.
Del mismo modo, siguen intactas las razones por las cuales aquel sector del pueblo que decidió levantarse contra el modelo de nación colonial, en pos de la construcción de un país basado en la justicia social y la democracia al servicio del pueblo.
Han cambiado las formas. Han armado partidos políticos, se han presentado a elecciones y las han ganado. Pero los objetivos políticos, económicos y sociales siguen intactos: Esta minoría hiperconcentrada que depende mucho más de lo que sucede fuera de nuestro país que dentro, que desprecia salvajemente los intereses y la vida del pueblo y que ha demostrado (tanto como en el pasado) que el principal sentimiento y motivación política que guía su acción histórica es el odio y el resentimiento, busca dar el golpe de gracia, acabar de una vez por todas con “el costo laboral”, “la mafia sindical” y “los que viven de arriba”. Pero detrás de estos agravios se esconde la verdadera intención; quieren terminar con el único sector social y político que hace 70 años le pone freno a su triste y empequeñecida visión de nuestro país, la vigorosa clase trabajadora argentina.
El gobierno de Mauricio Macri, supone una nueva etapa de avance y profundización de la decadencia nacional impulsada por una oligarquía trasnacionalizada, ligada a sectores del capital hiperconcentrado (financiero, industrial, agropecuario y enérgético) que en 4 años ha reprimarizado la economía, llevado la capacidad instalada activa de la industria a menos de la mitad, dejado cientos de miles de personas sin trabajo, a la vez que ha aumentado considerablemente la pobreza estructural arrojando millones de nuevos pobres a la calle, ha cercenado derechos adquiridos y ha azuzado la división y el odio nacional como pocas veces en la historia de nuestro país.
Ningún trabajador ni trabajadora tiene derecho a esperar algún tipo de beneficio o mejora de un gobierno de estas características, a riesgo de engañarse y perjudicarse gravemente. Esto se debe a la naturaleza propia de la fuerza política que ocupa hoy el poder. Es imperioso, en cambio, volver a retomar las mejores tradiciones de lucha y organización que la clase trabajadora supo llevar adelante durante más de un siglo, no sólo para resistir esta avanzada sino para de esa forma volver a poner en pie un proyecto de poder popular serio que no sólo dispute poder a esta minoría antinacional sino que además logre sentar de una vez y para siempre las bases una nación próspera e integrada, capaz de no sólo brindar el “sustento decoroso” a cada habitante de su territorio pero ademásde alcanzar la grandeza que este país, por el caudal de su historia y la calidad de su gente, merece.
Hoy como ayer, elegimos homenajear a quienes nos precedieron continuando su lucha por una Patria Justa, Libre y Soberana.