El Negro Argüello, un militante popular imprescindible
En memoria del compañero Juan Remigio Argüello, el querídisimo “Negro Máster”.
Por José Rey
Cuando se trata de reconstruir la historia del movimiento popular, para que la misma pueda ser transmitida a las nuevas generaciones, no perseguimos el recuerdo frío, plagado de frases de ocasión y lugares comunes. Por el contrario, buscamos la reivindicación histórica en su práctica militante, de aquellos compañeros y compañeras, que, en contraste con los tiempos que transcurren, no dudaron en jugarse su vida en defensa de los intereses populares, asumiendo todos los riesgos necesarios y levantándose ante cada caída, reconstruyéndose ante cada derrota y volviendo siempre a interponerse en el camino de aquellos que –generación tras generación- desean e intentan llevar a la práctica (y muchas veces lo logran) la entrega de la Patria y la destrucción de todo vestigio de Justicia Social.
El Negro fue un militante todoterreno: trabajador bancario, delegado sindical, guerrillero peronista, luchador en defensa de los derechos humanos, militante barrial, dirigente peronista, y sobre todo, un compañero con todas las letras. Fue fundador de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) en el gremio de los bancarios, donde actuó como delegado gremial del Banco de Entre Ríos y miembro de la organización revolucionaria peronista Montoneros. Fue detenido en 1975 quedando a disposición del Poder Ejecutivo Nacional en su calidad de preso político hasta su libertad en 1983. Con la vuelta de la democracia, se reincorporó a la lucha política sumándose a militar en la corriente Intransigencia y Movilización Peronista y fundando con otros compañeros y compañeras la Comisión Nacional de Cesantes Bancarios, en reclamo por la reincorporación de todos aquellos trabajadores bancarios que, al ser perseguidos por la dictadura oligárquico militar, debieron exiliarse o permanecieron detenidos. Enormes logros se obtuvieron y muchos compañeros y compañeras retornaron a su puesto de trabajo, gracias a innumerables gestiones, acciones colectivas, movilizaciones y asambleas multitudinarias.
«Arderá su memoria hasta que todo sea como lo soñamos, como en realidad pudo haber sido» (Francisco Urondo)
Al reincorporase él también a su puesto de trabajo en el BERSA (Banco de la Provincia de Entre Ríos, Sucursal Buenos Aires) rápidamente fue elegido delegado sindical por sus compañeros y compañeras. De allí, y luego de ser parte fundamental de la lista que estuvo a punto de ganar la Seccional Buenos Aires de la Asociación Bancaria, enfrentándose a las burocracias de siempre (en realidad, un fraude alevoso impidió una legítima victoria) logró, luchas mediante, incorporarse como dirigente nacional de la Asociación Bancaria, siendo elegido Secretario de Interior, entre otros cargos que desempeñó. Siempre se puso al frente de toda lucha y sin escatimar una sóla crítica cuando fuese necesaria, sin importar quién estuviera enfrente.
En 1984 se sumó a la corriente Peronismo Revolucionario, siendo uno de sus máximos referentes, y se puso al frente de la construcción del Frente Sindical del PR junto a compañeros como el cordobés Juan Carlos Giuliani (Prensa), el rionegrino Leonardo Rivera (UOCRA), el santafecino Mario López Guerrero (Seguros), el chubutense Jerónimo García (Luz y Fuerza), el Entreriano Carlos Dahlquist (Docentes), el bonaerense Orlando Uviedo (UATRE), y representantes de los gremios portuarios, pesqueros, municipales, estatales, de sanidad, metalúrgicos, gráficos y de diversos sindicatos.
Como impulsor permanente de la memoria, exigió, organizó y logró la inauguración del Mural por la Memoria que identifica, reconoce y homenajea a cada uno de los trabajadores bancarios secuestrados, desaparecidos y caídos durante la resistencia a la dictadura oligárquico militar.
La oscura noche del menemismo y luego de la llamada Alianza lo encontró, como siempre, en las calles, en resistencias casi solitarias, curiosamente hoy tergiversadas por tantos que en esas nefastas etapas en el mejor de los casos no salieron de sus casas (cuando no fueron actores y parte). El Negro no dejó nunca de moverse, organizar, intentar, formar compañeros, alumbrar nuevas luchas que nacían, ponerse al frente de todo lo necesario. El no necesitó cantar esa mentirilla que enarbolan algunos, sosteniendo que “resistieron” en no sabemos qué años y “volvieron” en no sabemos qué otros. El Negro Máster siempre resistió y no tuvo que “volver” a ningún lado, porque jamás se refugió en otro lugar que no sea el de la militancia popular.
Todos los compañeros y compañeras que lo conocieron coinciden y resaltan su dignidad, honestidad y lucha al servicio del pueblo y de los trabajadores. Solía decir al respecto de su militancia política: “Ni rendirse ni aggiornarse. Eso es para los vigilantes”. Para agregar luego: “Aunque a muchos les dé por el quinto forro de las pelotas, yo no perdono, no olvido y no me reconcilio”.
En la foto que acompaña esta nota lleva colgadas en su cuello una cruz y la estrella federal montonera. El detalle de la cruz, que utilizaba como cristiano, tiene su historia. Cuando estuvo preso y fue trasladado del Penal de Villa Devoto a la Unidad 9 de La Plata, le hicieron una requisa física y lo golpearon duramente junto a otros compañeros recién llegados. El verdugo que lo golpeó, lo amenazó por llevar una cruz similar a la que tiene en esta foto. “Me la arrancó y se la quedó porque según él, yo no merecía llevarla”, nos contaba el Negro.
Años antes, un 6 de noviembre, fecha en que se conmemora el Día del Tabajador Bancario, el Negro Máster escribió una larga carta a sus compañeros y compañeras de trabajo, que terminaba diciendo:
“Los convoco compañeros, compañeras, como en los buenos viejos tiempos del combate cotidiano, de ese sueño compartido; el de un país solidario y la justicia social por la patria liberada. Por el amor, por la vida, con estas banderas vamos, como ayer, hoy y siempre: presentes, presentes, presentes ¡Hasta la victoria siempre!”
El 23 de marzo de 2023, en las vísperas de esa fecha de enormes movilizaciones en cada Plaza de la Patria, y luego de presentar batalla una vez más en su vida, esta vez a una espantosa enfermedad, el Negro subió al cielo de los justos. Pocas semanas antes, en una jornada militante compartida en nuestra Casa Cultural Pueblo Libre del Movimiento Peronista Auténtico, en el barrio de Almagro, nos decía:
“A los momentos difíciles, se los enfrenta con optimismo. No sólo porque tenemos razón, sino porque nos sobran pelotas. La clave es no rendirse ni aggiornarse. Eso es para vigilantes. El verdadero peronismo no conoce ni el miedo ni la especulación. Sólo sabe de lucha por las causas justas y por la felicidad de nuestro Pueblo”
Descansá en paz, después de tanta lucha.
Juan Argüello presente.
Litoral patagónico. Vértice del triángulo austral
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