Memoria Popular

A 39 AÑOS DEL GOLPE GENOCIDA, OLIGARQUICO-IMPERIALISTA

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El golpe militar sucedido el 24 de marzo de 1976 inauguró una nueva era política y económica que además del terror descomunal ejercido para su implementación, deparó con el paso del tiempo, un sinfín de penurias adicionales  para el conjunto del pueblo argentino.

 

En tal sentido, es imprescindible reflexionar sobre el verdadero origen y motivación de ese hecho histórico en relación con quienes lo impulsaron y fueron beneficiarios del mismo.  A 39 años de lo ocurrido ya no hay ningún lugar para la hipocresía y las medias tintas, por lo que es preciso decir claramente: La dictadura fue ejecutada por las fuerzas armadas pero dirigida e impulsada estratégicamente por numerosos representantes del poder económico y político concentrado, tales como la Sociedad Rural, la UIA, los bancos privados, las multinacionales y la embajada norteamericana, así como también contó con la complicidad de amplios sectores políticos y civiles de la sociedad. Tal como lo dispuso el plan económico de Martínez de Hoz, la nueva configuración económica debía barrer con todo resquicio de la justicia social e independencia económica conquistada por la acción política del pueblo en las décadas anteriores. Para eso se dispuso el aniquilamiento el aparato productivo, con la liberalización de las aduanas, el cierre de fábricas, el incentivo a la especulación financiera, la desinversión total y el mega endeudamiento externo como modo de acomodar el esquema económico en función de potenciar las mega-ganancias de una minoría oligárquica en vertiginoso proceso de trasnacionalización. Como complemento indispensable e inseparable del plan económico, se persiguió en lo político el objetivo fundamental de acabar con ese factor de poder popular que venía disputándole a esa minoría  el rumbo del devenir histórico nacional, desde hacía 3 décadas;  La clase trabajadora nacional y sus distintas expresiones organizativas.  Fue principalmente sobre el movimiento obrero organizado que hizo el foco de la represión y el terrorismo de estado. Cuerpos de delegados enteros y hasta secretarios generales de sindicatos, fueron torturados, asesinados y desaparecidos junto con otros miles de militantes populares. Se buscó el disciplinamiento de la clase trabajadora argentina, como única vía posible de implementar el modelo de país dependiente, saqueado y empequeñecido que buscaba restaurarse.

El terror ejercido, no pudo desmovilizar ni destruir la poderosa organización sindical cultivada por décadas, tal es así que sin las huelgas y la acción política activa de la resistencia obrera y popular, fundamentalmente del Peronismo revolucionario, la dictadura no habría sufrido la crisis política que terminó finalmente con la convocatoria a elecciones para el año 1983.

Pero ese terror y la desmovilización no fueron los únicos resultados de la dictadura;

Con el proceso iniciado en 1983 y la distinta sucesión de gobiernos bajo un régimen de derecho constitucional, se afianzó el modelo de nación inaugurado por la dictadura, que pone las riquezas y el trabajo del conjunto del pueblo argentino en función del saqueo y el usufructo de una minoría económica trasnacional concentrada, dejando por fuera de toda planificación a más de un tercio de la población. Un modelo político y económico de exclusión de las mayorías populares, de concentración de la riqueza en manos de unos pocos, de una democracia de “baja intensidad”, todo esto llevado a cabo con la complicidad y anuencia de vastos sectores de la llamada “clase política”. Modelo político y económico que sigue vigente hasta nuestros días. Ya lo afirmábamos en el texto “Bases para la reconstrucción de un nuevo proyecto Nacional” “…ahora nos piden que participemos…unidos y organizados. No nos interesa esa clase de participación. Porqué ¿participar en qué y para qué? para consolidar un país con 15 millones de pobres, 5 millones de indigentes, la mitad de la población sumergida en el desconcierto desesperante de los distintos escalones del infierno de la exclusión?; ¿para un país que registra en la última década una apropiación de excedentes de renta por parte del sector empresario industrial de 20.000 millones de pesos por año, superando de este modo holgadamente, triplicando y hasta cuadruplicando sus ganancias durante la década de los años noventa del siglo XX cuando los salarios aún no han recuperado su poder adquisitivo correspondiente al año 2000?; ¿para un país en el que un trabajador paga impuesto a las ganancias, mientras a la renta financiera, minera e hidrocarburífera de diversos monopolios se la exime?; ¿para un país prisionero de un puñado de familias y empresas que reúnen en sus dominios más de 100 millones de hectáreas de las mejores y fecundas tierras del planeta?No queda ciudad en nuestros territorios sin la presencia de villas miserias, asentamientos y aglomeraciones humanas propiciatorias de una existencia degradada, en la que el consumo de agua, energía y servicios sanitarios son propios de habitantes de un pueblo esclavo, centrifugado hacia niveles de violencia inusitados…”
Hoy a 39 años de iniciado aquél proceso nefasto, es necesario llamar la atención sobre los ejes que convocan a “recordar” y a la “memoria”. Nos resistimos a formar parte del vertiginoso proceso de folklorización y despolitización al que el gobierno viene sometiendo esta fecha desde hace años, reduciendo el recuerdo a logos y sloganes despolitizados, al usufructo para fines espúreos de la memoria de nuestros compañeros caídos en la lucha por una patria Justa , libre  y soberana. Convertir al mayor centro clandestino de detención un centro de convenciones con juegos y espectáculos, fomentar la división en los organismos de D.D.H.H, provocar incesantemente convocando a marchas paralelas cada 24 de marzo constituyen signos del desprecio que el oficialismo ha demostrado para con los miles de compañeros que otorgaron su vida y su muerte para evitar que se consolidara el modelo de país saqueado, empobrecido y brutalmente desigual que encarna esta etapa política.  El mejor y único homenaje posible para esos compañeros es retomar su lucha en la época presente por avanzar hacia un modelo de país que tenga como principal eje convocante la justicia social, la independencia económica, la soberanía política y la felicidad del pueblo como horizonte último.

Pero sin dudas la mayor gravedad reside en la designación de un hombre acusado de participar en la represión militar como jefe del ejército, un golpe durísimo a todos los que hemos luchado todas estas décadas por la memoria, la verdad y la justicia, entendiendo que está solo será efectiva y real el día que en nuestro país demos vuelta de una vez para siempre la pagina iniciada con el plan económico de Martínez de Hoz y la desaparición de miles y miles de compatriotas.

Por eso hoy a 39 años, decidimos realizar nuestro homenaje militando en los barrios, organizando nuevas resistencias y convocando nuevas generaciones militantes en el esfuerzo de aportar a la definitiva liberación de nuestra patria.
¡HAY 30.000 RAZONES PARA ECHAR A MILANI!

FUERA MONSANTO, CHEVRON, LA BARRICK GOLD Y TODAS LAS MULTINACIONALES QUE SAQUEAN NUESTRA PATRIA.

EL UNICO HOMENAJE POSIBLE ES CONSTRUIR UNA PATRIA JUSTA, LIBRE Y SOBERANA

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