Editoriales Revista el Descamisado

LOS LEALES PUEDEN DISENTIR, LOS OBSECUENTES SIEMPRE TRAICIONAN.

 

AL GENERAL PERÓN.

 

DE SUS VIEJOS AMIGOS Y LEALES SOLDADOS PERONISTAS:

 

La mayoría de los que concurrimos a la Plaza de Mayo el día de los Trabajadores, fuimos respondiendo a la convocatoria formulada por usted, General, el día 12 de Octubre pasado,cuando asumió, por tercera vez la Presidencia de la Nación. Nos citó para que dijéramos “si estábamos conformes con su gobierno”. No nos invitó solamente a ver números artísticos. Esa fue la invitación y esas las reglas del juego.

 

Pidió públicamente que fuéramos a decirle nuestra verdad. A eso fuimos y cuando comenzamos a exteriorizar nuestras convicciones al respecto, recibimos como respuesta calificativos injustificados.

 

Escuchamos además con estupor, que aquellos que negociaron, pactaron, fueron colaboracionistas, participacionistas o dialoguistas con los gobiernos de turno, especialmente los alcahuetes de la dictadura militar, esos que convirtieron al Movimiento Obrero Organizado en instrumento a su servicio personal, ésos eran, ahora, “dirigentes sabios y prudentes” grandes patriotas. Entonces no pudimos evitar, que volviera a nuestra memoria el contenido de aquella carta que usted nos enviara General, donde decía de estos mismos dirigentes que, comprometidos hasta los tuétanos con la Dictadura Militar, dejaron sin efecto un paro general desoyendo sus expresas directivas, que eran “traidores a la clase trabajadora” y que “había que tirarles por la ventana del cuarto piso de la C.G.T.”. También recordamos a su vez y volvimos a escuchar la cinta magnetofónica que certificando su carta nos enviara desde Madrid.

 

Parece que ahora, por el retorno de Perón, que ellos sabotearon consecuentemente, se ha producido el milagro de convertir traición en lealtad y los usurpadores de cargos, en dirigentes representativos. Fíjese cómo serán de representativos esos dirigentes que precisamente en el día de los Trabajadores, ninguno de los que ocupan la cúpula sindical se atrevió a presentarse en la Plaza para hablarle a los trabajadores.

 

Conviene aclarar que no sólo eran jóvenes los que fueron a decirle su verdad al General Perón en la Plaza de Mayo. Habíamos millares de hombres y mujeres ya maduros que también pensamos como los jóvenes. Que no estamos conformes con muchas cosas que están pasando. íbamos a decirlo, a pedir una respuesta que nos esclareciera, que nos permitiera mantener la fe.

 

Lo que sucedió, no sólo no nos dio una respuesta, sino que nos aumentó la confusión y nos desalentó profundamente.

 

Quienes le escriben esta carta, General, hemos sido protagonistas de la historia de estos casi treinta años de lucha peronista; nuestros nombres los conoce el pueblo y también los conoce usted General porque juntos hemos estado en las buenas y en las malas y estamos ligados al sacrificio, la fe y la resistencia del pueblo peronista.

 

Si nos quedáramos callados frente a todo esto que ocurre no sólo traicionaríamos nuestra lucha sino la responsabilidad que tenemos de hablar por muchos compañeros que sienten como nosotros que no sólo se desvía el rumbo, sino “que está lleno de gorilas el gobierno popular” y que los traidores manejan la cúpula del Movimiento Peronista. Este 1° de Mayo será considerado uno de los más tristes para los trabajadores. Porque no es cierto que, como dice el aparato de difusión oficial, se hayan ido de la Plaza unos pocos o que sólo fueran jóvenes. Se fue, General, más de la mitad de la gente que allí estaba mientras usted hablaba. Se fue la gente que no fue llevada allí por el fabuloso aparato de los burócratas sindicales protegidos por la policía y apoyados por grandes cantidades de dinero. Esta gente que se fue, había ido a preguntarle a su líder que pasaba, y quería una asamblea, quería el reencuentro con Perón y el diálogo peronista.

 

Cuando preguntaron, fueron calificados con sorpresiva dureza y su entusiasmo y su fe, se convirtió en dolor, porque habían ido allí a expresarle a usted sus angustias y sus preocupaciones para que se les respondiera y se los tranquilizara.

 

Pero cuando llegamos a la Plaza, una enorme bandera nos tapaba el sitio desde donde usted iba a hablar; además servía como excusa y telón de fondo para que los enfoques de las cámaras de televisión no pudieran abarcar más allá, y que se viera lo que los burócratas querían mostrarle.

 

Vimos un 1° de Mayo donde una mediocre Comisión Organizadora quería ocultarle con escenografía la expresión del pueblo. Habían prohibido ir con carteles; y no se podían cantar las consignas populares; no se podía entrar encolumnados.

 

Este escenario no se monta para recibir al pueblo, para preguntarle si está conforme o no. La gente que venía del interior, fue trabada durante todo el camino. Infinidad de compañeros fueron parados por la policía y hechos regresar. Llegaron las columnas más numerosas, pero sufriendo horas de manoseoantes de poder entrar en la Plaza. Los burócratas encargados de la organización, crearon tal ánimo en la multitud que la predispusieron para cualquier reacción. Los “pesados” de los sindicatos hacían guardia junto a la policía; los matones de Bienestar Social pretendían esconderse detrás de los sachés de leche que sólo contenían agua. Todo un dispositivo intimidatorio hizo que sólo los más decididos llegaran a la Plaza.

 

Cuando abrimos la boca para decir lo que pensábamos, recibimos una respuesta tan insólita como injusta.

 

Ibamos a decir lo que pensábamos del gobierno. Que aprobábamos la política exterior del gobierno, porque es consecuente con la posición del peronismo de hacer respetar la autodeterminación de los pueblos y defender la hermandad continental. Y también íbamos a decir que no estábamos conformes con la política económica. Porque no es cierto que la inflación esté controlada. Es inexacto que haya desaparecido o disminuido notoriamente la desocupación. Los salarios siguen siendo insuficientes y no alcanzan para cubrir las necesidades más mínimas. No se ha avanzado en el cuidado y la atención de la salud. Se ha agravado el problema de la vivienda, porque la propiedad sigue concentrada en unos pocos que regulan especulando los alquileres por encima de las leyes. El índice de mortandad de nuestros chicos sigue siendo alarmante. La especulación con los artículos de primera necesidad que hacen las grandes fábricas no es controlada ni castigada. Las empresas monopólicas y multinacionales siguen vaciando el país.

 

Pero este no es el problema principal, porque sabemos que de un día para otro no se puede hacer milagros. Nosotros los trabajadores, estamos dispuestos a dar salarios, sacrificios y privaciones para la reconstrucción. Este era el estado de conciencia cuando asumió el gobierno el peronismo luego de dieciocho años. Pero el pueblo ha sido rechazado del gobierno. Su participación cerrada y en su lugar hay una gran mayoría de burócratas, hay viejos traidores y conocidos represores de la causa popular. Y nadie nos dice porqué las cosas no cambian y por qué tenemos que aguantar todo esto, quedándonos callados.

 

Odiados represores y torturadores durante la dictadura neo-colonial, han sido llamados a conducir los organismos de seguridad, han sido ascendidos en vez de pedirles cuentas por sus crímenes.

 

En las Cámaras Legislativas con maniobras ya insoportables hasta por condescendiente oposición se eluden sin vergüenza las denuncias por torturas.

 

En cuanto al Movimiento Peronista, pretende ser conducido por personeros sin representatividad.

 

Algunos de ellos traicionaron abiertamente al Pueblo y a su Líder, negaron su peronismo durante los años duros de la Resistencia y pactaron con cuanto enemigo de turno hemos tenido. Otros, que han sido puestos a dedo,no tienen más mérito militante que el de tener un papá gobernador. Nunca han estado en la lucha ni al lado del Pueblo. Han parado, sistemáticamente todo intento de organización para llevar la participación popular al gobierno que no sólo ha sido desechaga sino reprimida. Se ha ordenado descabelladamente el cierre de Unidades Básicas donde el pueblo concurre a organizarse, se ha suspendido la afiliación y se trata de demoler con terrorismo cualquier condición para que el gobierno tenga una organización popular que lo sustente.

 

Y todo esto no nos gusta.

 

Con respecto a los “estupidos”, “imberbes” y “mercenarios” es necesario recordar que no nacieron por generación espontánea. Son nuestros hijos. Los hijos de los trabajadores, muchos de los cuales estudian y trabajan. Los hijos de los hombres leales y combatientes que durante dieciocho años no escatimaron esfuerzos ni sacrificios para rescatar al país de las manos de la antipatria. Y saben más de peronismo que la mayoría de esos personajes arribistas que hoy lo rodean, General.

 

Y esto, porque han mamado el peronismo desde chicos. Lo aprendieron con lágrimas y privaciones, cuando siendo niños los despertó bruscamente el allanamiento de los comandos civiles, militares o policiales que los encañonaban mientras arrestaban al padre, al hermano o la madre; que luego serían encarcelados, torturados o fusilados. Son los que durante años los días domingos tenían un sólo paseo: la cárcel donde estaba el ser querido preso.

 

Son los que aprendieron de nosotros lo que era el peronismo y qué significa para el país. A los que les inculcamos a toda hora y todos los días que el Líder es un hombre sabio, prudente, ecuánime, comprensivo, humano, justo y patriota.

 

Son los que arriesgaron la vida peleando contra la dictadura. Son los torturados, los perseguidos de todos estos años, los sobrevivientes de la masacre de Trelew. Son a los que apaleaba la policía de la dictadura cuando salían a la calle a gritar “Viva Perón”, “Perón Vuelve”. Son los amigos, los padres, las novias, los compañeros de los que murieron por la patria y por su regreso, General.

 

Son, General, como usted mismo lo dijo, el futuro, la esperanza y “la juventud maravillosa”. Son los que el 1º de Mayo llegaron a la Plaza gritando “Perón o Muerte”.

 

Son los que no aflojan, los que no se entregan, los que no claudican. Argentinos orgullosos de su estirpe que ya han aprendido a diferenciar la paja del trigo.Son los que están seguros que no hay liberación sin revolución y que la revolución no se hará jamás con traidores, cipayos y gorilas. Son los que se retiraron de la Plaza llorando su amargura y su frustración. Los que nos preguntaban con lágrimas en los ojos porque el Líder los había abandonado y prefería a los burócratas, a los traidores, a los agentes del antipueblo.

 

Los viejos y auténticos peronistas estamos al lado de ellos. Porque son honestos, son leales, auténticos, desinteresados y sobretodo, como lo han demostrado, peronistas hasta la muerte. Que podrán equivocarse, pero que son incapaces de una traición y una deslealtad.

 

Estamos al lado de ellos y con ellos en el Movimiento Peronista. Porque ser peronista no es una filiación ni una patente que da un burócrata, no es una adherencia. Es un compromiso, un estilo de vida, algo que como la honestidad sólo se pierde cuando se delinque. Ser peronista es servir al pueblo y hacer lo que el pueblo quiere.

 

General, como viejos soldados, hemos querido decirle estas cosas. Porque hemos peleado duro para recuperar el gobierno. Porque seguiremos peleando para que el peronismo logre el poder y pueda hacer de esta patria una gran Nación con un Pueblo feliz. Porque derrotaremos de una vez por todas a los enemigos de afuera y de adentro, esos que al servicio de intereses antinacionales pretenden impedir que el peronismo sea la vanguardia de la gran revolución nacional que concrete la liberación definitiva de nuestra Argentina.

 

AGRUPACIÓN DEL PERONISMO AUTÉNTICO.

 

Andrés Framini – Sebastián Borro – Armando Cabo – Dante Viel – Arnaldo Lizaso.

 

Mayo de 1974.

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