Visitamos en Miramar la Comunidad Productiva, Solidaria y Sustentable “La Argentina II”
Nos fuimos a Miramar, Provincia de Buenos Aires a compartir unos mates y una extensa charla con nuestra compañera María José Rollié, Majo, militante popular de larga trayectoria y cara visible y motor indispensable de esta experiencia de organización popular en dicha localidad balnearia.
Conocé su historia y la de su organización, FAIDI.
FAIDI (Fundación de Ayuda Integral a la Discapacidad e Infancia) nace en Miramar, Provincia de Buenos Aires, un 3 de febrero de 2008, luego de 5 años de trabajo con alumnos de la Escuela 4 y la Escuela Especial 501, donde articulamos un proyecto llamado “Aprendiendo a integrar” en el que se hacía un acompañamiento a estos adolescentes, muchos de ellos en situación de alta vulnerabilidad.
Ahí fue que vimos junto a los compañeros y compañeras, que los chicos de la escuela especial 501, casi en su totalidad, provenían de familias muy humildes y de escasísimos recursos, muchos de ellos con dificultades originadas en una falta de alimentación y cuidados en los primeros 3 años de vida.
Ya entonces para 2005 habíamos decidido fundar un Centro de Primera Infancia para acompañar a las mamás de las barriadas más humildes de Miramar, que transitaban su embarazo. Ese fue nuestro primer sueño, porque no nos resignábamos a aceptar que cientos de pibes de los barrios de las periferias de nuestra ciudad estén condenados a crecer en condiciones complejas, a riesgo de que crezcan desarrollando secuelas de por vida.
Fue así como en 2008 pudimos materializar la idea fundando FAIDI con un proyecto de acompañamiento y apoyo para mamás adolescentes en los barrios Las Flores y Aeroparque, luego extendidos a otras barriadas de Miramar. Muchas de ellas, “niñas-mamás” que vuelcan en sus bebes próximos a nacer todo su amor y esperanza de una vida mejor, soñando con salir del infierno de la marginalidad y la pobreza estructural.
Fue así que nos fuimos encontrando con otras realidades y nuevos desafíos. La falta de viviendas en condiciones de habitabilidad, el hacinamiento, la imposibilidad de acceder a la tierra por parte de familias jóvenes para construir sus propios hogares, la falta de políticas del Estado en ese sentido, y todo eso agravado por la falta de trabajo, nos imponía nuevos desafíos y mayores compromisos.
Ya en el año 2013, la situación iba empeorando sustancialmente. La falta de acceso a la vivienda, a la tierra para el buen vivir, la falta de trabajo o los salarios de miseria estaban generando una situación que se volvía insostenible. Nuestro esfuerzo en la Casa del Niño, en el Jardín de FAIDI, en la Casa de los Jóvenes, como en el Centro de Acompañamiento para Madres Adolescentes no alcanzaba. Allí nos vinculamos con Gustavo Karaman y los compañeros del Movimiento Peronista Auténtico con quienes comenzamos a interiorizarnos sobre la idea-propuesta denominada “Marcha al Campo”.
Pero también nos compartió su experiencia en Quilmes de pelea por tierras y lucha por la urbanización de algunos barrios, donde las familias luchaban por acceder a su tierra y construir su propio techo pero que cuando lograban terminar su casa, se encontraban con que las crisis económicas que fuimos atravesando, excluyeron a miles de esos trabajadores que lograron su techo propio del mercado laboral, quedando “atrapados” en sus propias barriadas sin un futuro que asomase. En esa primer experiencia concreta que desde ya generaba contradicciones, es que aparece la propuesta de Marcha al Campo, que tiene sus orígenes en estudios y luego políticas concretas llevadas adelante por el compañero Guillermo Gallo Mendoza en su etapa de Ministro de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires (1973-1974). Esa propuesta propone la utilización de buena parte de las millones de hectáreas que dispone el Estado Nacional para que con una fuerte planificación de éste, y con la intervención de cooperativas y unidades productivas constituidas a tal efecto, reciban las tierras en comodato, sin pérdida de titularidad del Estado, para el desarrollo de planes de recolonización y generación de nuevas fuentes de trabajo utilizando esas tierras hoy ociosas o mal utilizadas. El proyecto nos enamoró porque entendimos que era la única salida posible al dilema de la vida en pésimas condiciones en las periferias de las grandes ciudades, en tanto disponíamos de enormes extensiones de tierras donde proyectar un nuevo modelo de país, productivo, inclusivo y socialmente justo.
FAIDI comienza funcionando en un comedor barrial, que era un pequeño espacio alquilado en el barrio Las Flores, en la calle 78 y 25. Luego nos extendimos a Barrio Aeroparque, y en ese momento, al conocer la propuesta de Marcha al Campo, nos propusimos expandirnos por lo cual necesitábamos tierras. Allí nos encontramos con un espacio de 4 hectáreas que arrendamos y que en 2017 finalmente la pudimos adquirir con el esfuerzo de todos los compañeros y compañeras. Allí es que comienza un nuevo desafío que luego con el tiempo se convirtió en la Comunidad Productiva, Solidaria y Sustentable “La Argentina II”. Allí nos organizamos en una huerta comunitaria para producir parte de los alimentos que se consumen en el comedor infantil y donde quienes participan y sostienen el espacio son familias del barrio. Las compañeras y compañeros asisten al trabajo solidario y colectivo, y también estudian, mientras sus hijos son cuidados en el Centro de Primera Infancia, en el Jardín, el centro juvenil o en la Casa del Niño.
La articulación también con el espacio de Cuidadores de la Casa Común a partir de 2018 fue de suma importancia, a partir de la relación establecida con la compañera Marta Arriola y con el Obispo Jorge Lugones miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, y conjuntamente con Cuidadores y el MPA, darle enorme importancia a la propuesta de Laudato Sí del Papa Francisco y desde ya a la propuesta Marcha al Campo, impulsada por una importante cantidad de organizaciones populares.
En el predio también brindamos terminalidad educativa, y vamos por la segunda tanda de egresados del Plan FINES quienes reciben y finalizan su tramo de educación secundaria.
También contamos con una huerta agroecológica comunitaria, disponemos de un invernáculo, la producción de frutas y vegetales de todo tipo, intervenimos en el ciclo completo, producimos tanto el sustrato de composta, producción de lombricultura, como también las semillas y los plantines que luego serán llevados a tierra.
Mientras se aprende, se producen alimentos.
Hemos recientemente puesto en marcha la Cooperativa FAIDI, donde funciona nuestra panadería y también nuestro espacio de elaboración de alimentos con insumos propios y que luego son consumidos por nuestras familias. Los productos panificados también son ofrecidos para la venta en un puesto que hemos logrado obtener en la Plaza central de Miramar, autorizados por el Consejo Deliberante local, y que nos ayuda para garantizar ingresos a quienes trabajan en la misma.
Logramos que el comedor infantil de FAIDI se convierta en el primer comedor de la provincia de Buenos Aires en transformar sus instalaciones en una PUPA (Pequeña Unidad de Producción de Alimentos) habilitada por el Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires. De allí salen alimentos rotulados y habilitados con la lógica de producción de alimentos sustentables que propugnamos desde el colectivo que sostiene la propuesta de «Marcha al Campo» que pueden ser comercializados para su consumo en diversos espacios comerciales, ayudando también a sostener los ingresos de quienes trabajan en ella.
No queremos dejar de mencionar el trabajo de inclusión laboral y formación con personas con capacidades diferentes, a través de un dispositivo llamado “Promover la inclusión laboral” donde están integrados a diferentes actividades productivas como cocina, huerta, producción de plantines, cuidado del vivero, entre otras.
No debe escaparse la realidad socioeconómica de Miramar, ciudad turística y balnearia que se ve en fotos y crónicas periodísticas, pero que está rodeada de una periferia de pobreza estructural con miles de familias que sobreviven en una situación de pobreza estructural y en condiciones de altísima vulnerabilidad.
Por esto es que nos hemos comprometido con la propuesta Marcha al Campo que sostiene el Movimiento Peronista Auténtico hace años y que viene siendo estudiada y desarrollada por compañeros como Guillermo Gallo Mendoza y Rubén Famá, entre otros. Creemos que esa propuesta debe ser considerada en el Congreso Nacional y aprobada. Eso permitiría comenzar a proyectar un nuevo país socialmente justo, donde al flagelo de la desocupación se lo enfrente con políticas inteligentes y serias de producción a través de la utilización de las enormes extensiones territoriales ociosas pertenecientes al Estado.
Hoy a este reclamo por la aprobación de dicha ley, le sumamos nuestras gestiones por lograr un Centro de Formación Laboral o Profesional, que brinde capacitación en producción de alimentos pero también en oficios varios como albañilería, carpintería y herrería, entre otros.
El desafío es vivir en armonía con la naturaleza, cuidando la tierra, el aire y el agua, continuar generando fuentes de trabajo genuinas y comenzar en breve a construir un espacio que albergue a personas en situación de calle, personas víctimas de violencia, niños, ancianos, etc.
Para nosotros, poder trabajar la tierra tiene un sentido material y espiritual, porque la tierra nos hermana, trabajamos juntos en la producción de alimentos y esos alimentos sanos se comparten y se multiplican entre quienes más lo necesitan. Somos educadores populares y todos los días promovemos el compromiso, la formación, el trabajo, el respeto por el otro y por la tierra, y sobre todo promovemos la solidaridad popular, herramientas esenciales para pensar y proyectar una vida mejor para nuestro Pueblo.