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DOLORES DÍAZ, «LA TIGRA». #MujeresRevolucionariasAuténticas

DOLORES DÍAZ, «LA TIGRA».

#MujeresRevolucionariasAuténticas

Dolores Díaz, la montonera, había acompañado a Felipe Varela desde el comienzo de la campaña. De ella dice Dardo de la Vega Díaz: “La mujer fue una partícipe activísima en la lucha montonera. Se olvidó que era hermana, esposa o madre de los combatientes y echó leña a la hoguera, vestal impenitente. La venció el instinto de la libertad y le endulzó sus dolores la sola esperanza de triunfo (…) Dolores Díaz, montonera empedernida, preparó revoluciones, atemorizó gobiernos y el general Taboada la confinó en el Bracho. La tranquilidad de un ejército y la duración de un sistema exigía su deportación.”

Dolores, popularmente conocida como “La Tigra” fue una de las figuras más relevantes de la montonera en La Rioja y Catamarca. Acompañó a Felipe Varela en sus luchas por la causa del interior, convirtiéndose en su compañera, relación de la cual nació un hijo.

Efectivamente Dolores Díaz es capturada después de Vargas junto a Dolores Andrade, Fulgencia de Contreras, Dolores de Vargas y otras mujeres que son alojadas en “La Viuda”, a raíz del peligro que significaba su presencia para la “tranquilidad” del oligarca gobernador de La Rioja.

Intervenía en las batallas con heroísmo y fiereza sin igual, lo que le valió el apodo de “La Tigra”.

En Pozo de Vargas, donde la montonera de Varela enfrenta a las fuerzas mitristas conducidas por Taboada, la tradición recuerda que fue ella quien salvó al caudillo, en peligro de muerte, en medio de la pelea. Pero Dolores quedó prisionera de las fuerzas Mitristas. En Santiago del Estero, bajo la dominación de los Taboada, Dolores sufrió toda clase de humillaciones, penurias y tormentos.

Poco después, en mayo de 1868, pudo regresar a La Rioja, donde fue recibida con fervor por el pueblo que sabía de sus grandes luchas y sufrimientos. Allí donde sobrevivió y cuidó a su hijo, trabajando horas y horas en su telar, para fabricar mantas y ponchos. Pobre y tomado por la tisis, Varela ya nada podía hacer por ella y en junio de 1870, Dolores se entera de que el caudillo ha fallecido en Chile, en la más horrenda soledad de un pueblito cercano a Copiapó.

Mujeres que se transforman en símbolos de coraje americano, que lucharon como Dolores Díaz, la Tigra, como Encarnación Ezcurra o Victoria Romero, la Chacha. Mujeres que luchaban políticamente codo a codo con sus compañeros. Al igual que otra mujer de coraje, Elisa Lynch, que se batía, mientras tanto, en tierra paraguaya al lado del Patriota, Francisco Solano López.

La Tigra muere pocos años después, pero los datos, tanto de su nacimiento como de su muerte, son desconocidos por la historia de esa Patria por la cual ella jugó su vida tantas veces.

En la Ciudad de la Rioja, una estatua en su homenaje, resiste con firmeza al triste e injusto olvido.

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