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ANTE EL INHUMANO ATAQUE DE ISRAEL SOBRE PALESTINA

Desde el pasado 7 de octubre los medios internacionales, en especial los de Occidente, han vuelto súbitamente a recordar que existe la Franja de Gaza y Cisjordania, las dos regiones inconexas que componen los territorios ocupados de Palestina. A pesar de innumerables antecedentes, pactos, acuerdos y leyes internacionales, el Estado de Palestina y la Solución de los Dos Estados siguen siendo una expresión de deseo: su precaria existencia es la regla y el desplazamiento y condición de expulsados de su propio hogar es la realidad cotidiana de sus millones de habitantes. 

La Franja de Gaza es, ante todo, un campo de refugiados. Un segmento de territorio contra el océano, controlado por aire, tierra y mar por su Estado vecino, Israel. La actual tragedia humanitaria que se está viviendo en la Franja de Gaza -tras los inhumanos bombardeos indiscriminados que ha recibido de parte de Israel y que incluye hospitales, escuelas, barrios residenciales, sedes de la ONU, edificios de organizaciones como Médicos Sin Fronteras, entre otros- no comenzó como consecuencia del ataque lanzado por la milicia de Hamas, el pasado 7 de octubre, sino que tiene su origen en una política estructural de ocupación y limpieza étnica de parte de Israel, una potencia militar extranjera que extiende su dominio ilegítimo y criminal desde hace décadas y que se ha agudizado a niveles extremos en estos dos últimos años, con nuevas provocaciones, ataques y asesinatos a civiles por parte del Estado de Israel. Tras una nueva conformación de gobierno, Israel ha ingresado en una etapa política inédita, que significó un giro extremista y virulento formando gobierno con exponentes mesiánicos que buscan que se convierta en un Estado teocrático y que proclama abiertamente el exterminio de los palestinos (una nueva Nakba) y la anexión de sus territorios, a contramano de lo que indica la ley internacional y el más mínimo sentido de humanidad. 

En ese marco, el gobierno ha profundizado una creciente política persecutoria no solamente contra Palestina, sino también contra su propia población, atacando violentamente a quienes disienten con lo que consideran una política suicida para su propia seguridad: se han multiplicado los episodios de fanáticos que atacan a sus compatriotas que exigen paz, a periódicos críticos, a quienes piden por sus familiares secuestrados o a quienes creen en una solución pacífica con el pueblo palestino.

La sostenida y ahora explícita política de limpieza étnica y colonización de los territorios palestinos que se viene aplicando sistemáticamente con el apoyo de Estados Unidos, la Unión Europea y la complicidad de casi toda la comunidad internacional ha recrudecido con la vuelta al poder del corrupto y genocida Benjamin Netanyahu, quien ha hecho bandera de la proliferación de asentamientos ilegales de colonos israelíes, el asesinato por goteo de jóvenes palestinos en Cisjordania y la destrucción de hogares, sumado a los innumerables episodios de humillación, violencia física y persecución que sufren a diario la totalidad de los palestinos que viven bajo el régimen de apartheid en una escandalosa violación a todas las resoluciones de la ONU sobre el conflicto y cercenando los más esenciales derechos humanos con el absoluto silencio de la comunidad internacional.

El pueblo palestino sufre un verdadero genocidio en vivo, que se profundiza con los brutales bombardeos sobre la población civil de Gaza, que incluyen templos sin distinción de religión, escuelas y hospitales que se acoplan al castigo colectivo de privar a toda la franja de agua y electricidad, lo que constituye un claro crimen de guerra, en una población de más de 2 millones de personas donde casi la mitad son niños. Por si fuera poco, la operación militar ya no sólo se restringe a Gaza, como alegaba Israel: ya fue bombardeada una mezquita en Jenin, Cisjordania, además de los ya innumerables ataques a civiles inocentes de parte de patotas, policía y fuerzas militares. 

¿La comunidad internacional confrontará a Israel por este cambio de rumbo en su política militar? ¿Será cuestionado su accionar por atacar no solamente población civil en Gaza, sino también en Cisjordania, donde no hubo ninguna clase de acción armada palestina? 

La respuesta es sencilla y clara: Israel busca avanzar en su política de anexión de los territorios palestinos, seguir adelante y profundizar su histórica práctica de limpieza étnica y abandonar definitivamente toda posibilidad de diálogo y acuerdo para alcanzar una solución pacífica que incluya la conformación de un Estado Palestino, conversaciones que interrumpió en 2014 y jamás volvió a retomar.

Son de larga data los lazos que unen al pueblo palestino con el argentino. Pero existe por sobre todas las cosas una coincidencia que nos hermana por siempre con su lucha y es que tanto la Argentina como Palestina mantienen una porción de su territorio ocupado por una potencia militar extranjera. Además de una causa permanente para el pueblo argentino, como lo es la recuperación del control soberano pleno sobre las Islas Malvinas y el resto del Atlántico Sur, también es una advertencia para nuestro futuro cercano como pueblo y nación: siendo nuestro país tan extenso y repleto de recursos, con una dirigencia no siempre dispuesta a defenderlos, es una tentación permanente frente a la voracidad colonialista y los intereses secesionistas, frente a los cuales tenemos que defender sin concesiones nuestra integridad territorial y soberanía total en toda la extensión.

Exigimos a Israel un cese inmediato del fuego tanto sobre Gaza como sobre Cisjordania y El Líbano, así como la condena inmediata de toda la comunidad internacional y el juzgamiento de los crímenes de guerra perpetrados por Israel que incluyen la matanza indiscriminada de civiles inocentes, el bombardeo de hospitales y centros religiosos, el bloqueo de servicios básicos, el castigo colectivo sobre una población indefensa y el uso de armas químicas y prohibidas como el fósforo blanco.

VIVA EL PUEBLO PALESTINO

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